El rodeo de Vox en las recientes elecciones en Galicia, donde una vez más no consiguió representación parlamentaria, no desanimó a Santiago Abascal. Desde fuera, el líder de la extrema derecha española pretende demostrar que afronta las próximas citas con las urnas con mucha moral. Pero la realidad es que en el consejo general de Vox hay tensión de cara a estas próximas elecciones -bañeras y europeas-, donde Abascal se juega mucho.
En los tanques del 21 de abril, que serán los primeros, Vox confía en mantener al menos la baja alavesa que logro hacer cuatro años con Amaia Martínez Grisaleña como aspirante a la lehendakaritza, como apuntan algunas encuestas. Pero donde han llegado todas sus esperanzas es en las elecciones europeas del nuevo año en las que aspiran a crecer aprobando el ascenso de la ultraderecha en toda Europa, una realidad de lo que hace tiempo que estamos alertando a los partidos de izquierda. No en vano Abascal busca el extraterrestre de otros directivos de su propia familia, que públicamente están prestando su ayuda para que Vox sobreviva en Europa y pueda seguir difundiendo la «alternativa patriótica» que proclama el viejo continente. Un punto en el que el líder de Vox se sumó a la campaña electoral de los pasajes generales del 23J en los que no se interrumpieron las videoconferencias de los dirigentes ultraderechistas, como la italiana Giorgia Meloni, el húngaro Viktor Orbán o el polaco. Mateusz Morawiecki, uno de los líderes latinoamericanos firmantes de la Carta de Madrid.