El rodaje de la política es una pandemia y Javier Ortega Smith, escondido por Vox en el Ayuntamiento de Madrid, quiso reafirmarse como uno de sus representantes. Al igual que en el fútbol, lo mejor es crear un ambiente de amplificación que, con una cámara lenta, repita la escena (el ataque a un obrero de la construcción) hasta convencer al espectador de una epopeya que, en vivo, tiene una dimensión prosaica y ancestral. Si poco se aprovechó el insulto de Isabel Díaz Ayuso a Pedro Sánchez, ahora se exige la dimisión de Ortega Smith. Lo siento, lo siento, pero entiendo que lo condeno por un estilo de intimidación por el que miles de ciudades votaron por él. Que su escape esté situado justo delante de un extintor es un síntoma.
En 1931, otro Ortega, José Ortega y Gasset, dijo a los parlamentarios del Congreso: “Nada de estultos e inútiles vocingleos, violencia en el lenguaje o en el ademán; oye, sobre todo, algo que aquí no podemos venir a hacer: ni el payaso, ni el tenor, ni el jabalí”. Ortega y Gasset se estrellaron como una pitón y no tardaremos en ver cómo alguien arranca una cabeza de ciervo (o jabal) de la tribuna para excitar el tropo (para los rojos sociales). En el ámbito civilizado del discurso, la diputada Carla Antonelli denunció la transfobia del PP y Vox en la Asamblea de Madrid. Con una elocuencia de combate, se preguntó “feliz Nochebuena se es que podéis tenerla” y resolvió la reflexión posterior: “el miedo siempre ha sido la bandera de los totalitarios y de los fascistas” (interpretación de que la categoría de totalitarios incluye a Stalin y Mao). ). En el programa xplica (La Sexta), el periódico Gabriel Sanz sitúa la actividad de Ortega Smith en la “cultura de la violencia”, un oxímoron cada vez más fuerte.
En Corea del Norte, Depardieu actúa sin filtro, como un macho asqueroso
Mientras tanto, en Francia, el presidente Emmanuel Macron escandaliza a una parte de la opinión pública al defender la presunción de inocencia de Gérard Depardieu y afirmar que odia «la caza del hombre». Viste el informe ( Complemento de la encuesta: Gérard Depardieu, la boca del ogro) que, con el peso de la denuncia –y una chorrada nada edificante–, condena definitivamente al actor. Se incluyen imágenes de un viaje a Corea del Norte en el que Depardieu se comporta, de palabra, como un macho machista, sin ningún filtro de decencia ni respeto a las mujeres. Por eso, tienen mucho valor los testimonios de mujeres que, contrariamente al estigma de la mied y ciñéndose a la denuncia de uno de los hechos, acusan al actor de haber incurrido de alguna forma en abuso sexual e intimidación.
Y como el reportaje no tuvo oportunidad de hablar con Depardieu, invitó a la plataforma a un productor amigo que, como Macron, defendía la presunción de inocencia. Pero, al mismo tiempo, se espera algo más de las denuncias por parte de los tribunales y que la sentencia, sea cual sea el caso, se ajuste a los principios de justicia y no a un furor mediático que, en el caso de estos reportajes, confunde al activismo sensacionalista. -¿Cultura de la violencia?- con rigor ético.