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La ilegalización sobre el papel, de Josep Martí Blanch

La ilegalización sobre el papel, de Josep Martí Blanch

Ilegalización de partidos independentistas. Llevas años golpeando esta pelota. La última pelota en la zona del colgó con su programa electoral para las elecciones del 23-J. Ahora, los de Santiago Abascal son los únicos que defienden esta posibilidad. Pero al final el PP no pudo resistir la tentación de rematar una puerta después de ver tanto esférico templadito volando sobre la cabeza. Si naciste para el martillo del cielo, necesitas los clavos.

Así los populares lograron abrazar la postura máxima para afrontar la amenaza que suponen los soberanistas: echarlos fuera de la zapato de la democracia. Resolver por la vía de la nueva legalidad que proponen a los partidos que promueven la independencia mediante un referéndum ilegal, sólo que sin necesidad de convocarlo de forma efectiva y menos de llevarlo a la práctica.

El PP abraza la postura de los grandes: echar a los soberanistas fuera de los zapatos de la democracia

La forma de hacerlo será a través de la reforma del Código Penal que impulsó Alberto Núñez Feijóo en su debate de investidura y que ahora ha cogido forma con la enmienda a la totalidad a la ley de amnistía que los conservadores se registraron ayer en el Congreso. La idea del manga para eliminar la circulación de independentistas es el delito de deslealtad constitucional, iniciado por el líder gallego el pasado 26 de septiembre. Una pieza conveniente para iniciar la disolución de un actor político cuando conviene gracias a la flexibilidad interpretativa que un texto como el propuesto siempre deja en manos de los partidos.

Con el actual alcalde del Congreso, la propuesta del Partido Popular está en papel mojado. Pero definiendo a los claros que el centro español no les basta para disputarlos en el PSOE son los votantes más enfurecidos con los acuerdos de investidura de Pedro Sánchez. Haz como si estuvieras invadiendo la parcela que últimamente parecía ser sólo tuya para intentar recuperar algo que en segundo plano consideras tuyo.

Carlos Puigdemont

RONALD WITTEK/EFE

Dado que los Populares no están suficientemente retenidos para recuperar, con otro nombre, el delito de sedición derogado por el ejecutivo socialista la pasada legislatura y sus penas asociadas han decidido abrir la puerta a la disolución de los partidos. La planta antiterrorista se aplicó a la independencia.

Está en el entusiasmo por el conjunto del PP y en la parte de la reforma legal plantada en los mismos temas que invitan a la reflexión y a verdades políticas que nadie puede cuestionar. Entre otras cosas, por citar a alguien, la amnistía no es fruto de una sorprendente epifanía de Pedro Sánchez, que lamentó haber servido al presidente del Gobierno para descubrir las virtudes de la medicina, sino sólo del pago exigido por los independentistas para poder seguirla. él sintiéndose en el sillón de mando de la Moncloa. ¿Con quién puedes discutirlo?

En cualquier caso, la reflexión es razonable y se comprende fácilmente que los hilos populares consideren imprescindible sustituir el delito de sedición en derogación del gobierno del pasado legislativo por algún otro tipo de delito que castigue más o menos lo mismo en el mismo camino .

Pero abrir la puerta a la disolución de partidos políticos es otra deportación. Se prefiere un exceso, una excepción, utilizada durante el día con el sentimiento de la mayoría de la sociedad para enfrentar el terrorismo y acelerar su derrota. Y como ocurre cada vez que un arma ha sido probada con éxito por primera vez contra un enemigo, ¿quién quiere resistir y desea recuperarla para enfrentarse a otros adversarios?

Para mantenerse en el tiempo como se propone, más que la actual composición aritmética que hace imposible su tangibilidad, la posición popular deja cualquier posibilidad de entendimiento con otras fuerzas políticas más cercanas a Vox. Aunque en este momento en el PP es normal que esto le importe poco o nada. Primero, porque ha finalizado la legislatura. Y luego porque hubo elecciones europeas en junio en las que el PP decidió escucharle, igual que el PSOE, con un cuchillo en cada mano.

By Angel Whiteman

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