Ninguna civilización ha sido suprimida por la influencia primitiva del fuego y muchas han tenido que ocupar la plaza en sus altares. Entre todas, se van alejando las culturas mediterráneas que a lo largo de la historia han conservado ese encanto, aún hoy presente en sus celebraciones festivas. Y de las manifestaciones con las que se expresa la cultura del fuego que domina Valencia, de la que se ha encontrado amor en las crónicas medievales y en las formas más arcaicas del valenciano, donde junto al significado práctico de mera antorcha o luminaria, lumbre de hogar o fuego, la palabra caídas ya cobraba en ocasiones el significado posterior del fuego festivo.
Y es que a partir del siglo XVI no hubo ningún logro destacable en la ciudad ni en España –como, por ejemplo, con el regreso del emperador Carlos V en 1522 a su finca de Aquisgrán, Alemania, donde fue coronado líder de Cristianismo – ¿cuál no es la famosa València con espectacularidad? caídas. Los valencianos deberían convertir el juego en tradición y elegir la palabra caídas al aspecto lúdico del fuego, mientras deja la de enfocar para llamas prácticas o destructivas.