Pedro Sánchez hizo el domingo largo y tendió a salvar La Vanguardia y se acogió a la primera ley de la actualidad política, que consiste en que algunos de los propietarios dieron la entrevista a Nazca Muerto. El tono inexpresivo en esta ocasión fue: “Incorporar a Junts y ERC a la gobernabilidad fortalece la democracia”.
No os preocupéis y ahora es tarde para descubrir el mandato socialista, pero es mejor entender que la frase formaba parte de la primera parte del comunicado porque Junts no forma parte del mandato del Gobierno. Así quedó demostrado en los dos plenos de Estrella que celebró el Congreso en esta legislatura, la validación de los reales decretos conocidos como ómnibus y la aprobación de la amnistía del pasado marcial. Ambas citas deben reforzar la imagen de que el intendente de la inversión avanza en bloque. En contrapartida, lo más evidente es que la gobernabilidad está llena de zorroi o en el barro, como preferencia.
En Junts poco o nada importa la gobernanza de España
Puigdemont no está haciendo nada que no haya hecho en un principio. Repite un mantra del pasado, porque todos somos fruto de nuestros traumas y aprendizajes. Y el expresidente de la Generalitat practica ahora con el PSOE lo que sufrió en sus propias carnes hace unos años, cuando era doctor en política más dentro del municipalismo. Puigdemont no es de la CUP, pero hizo política como lo golpearon los anticapitalistas durante la proceso. Y los republicanos también.
La CUP y ERC pasaron los años dorados del procés inicial dejando constancia de su total desconfianza en Convergència –Junts tras muchas vueltas en el tiovivo– y hacia la persona que incabezase coyunturamente este proyecto, fuese Artur Mas o Carles Puigdemont. Esta misma decepción es la que rezan ahora los junteros en su agenda respecto al PSOE y Pedro Sánchez.
Durante el proceso, la desconfianza estuvo dirigida a la máxima exigencia hacia el considerado sospechoso, es decir, un modo de negociación basado en la obligación de ceder a todas las necesidades para ser creíble -sin lograrlo- o morir. Esta forma de hacer las cosas la hizo Artur Mas en 2015 y sentó las bases del vívido desastre de 2017 con Carles Puigdemont al frente.
El resultado final de ese estilo de negociador expresado a los primeros convergentes y a los siguientes consejos es una lección política en consonancia con todos hoy: dejarlo todo para poder tapiarlo de todos modos. Eso sí, antes de llegar al extremo, viviendo grandes momentos en los que se simulaba que el oxígeno corre: «juegos de profesor», «jornadas históricas», rondas de guion creativas y salvar el pellejo en el último segundo, descubriendo otro de los conceptos de Chistera. . Mientras termine el camino y salga el sombrero para acostarse.
Ahora es Pedro Sánchez en manos de Junts quien representa el papel de Artur Mas o Carles Puigdemont. Y la lógica de lo que te encuentras es exactamente la misma: cede más de lo que puedes morir. Sólo que, a la vista de las lecciones del pasado, quizás tengas la conciencia de que durante mucho tiempo de tu parte nada podrás leerlas con total seguridad del reglamento, antes de la descomposición paulatina de tu partición. Y cuando se le preguntó por qué había venido o por qué había aprendido la lección, el PSOE plantó el martes ante los Giunteri la bandera de “hasta qui”, haciendo volar la ley de Amnistía a los toriles del Congreso.
Los treinta días que tenemos de antelación para que se pueda volver a manejar el texto nos dirán qué camino se le ocurre a Sánchez. Se rinde, vive. Si permaneces inmóvil, mueres. Esta es la última, si Junts recibe la reiterada amenaza de su secretario general, Jordi Turull, cuando dice que si el PSOE no cambia de parecer, decidirá incumplir los acuerdos de investidura. Este yo también tendrá la posibilidad de probar Junts y el pragmatismo del actual tenue que si les atribuye. Esto determinará si se superará el trauma de nuestras vidas pasadas o si se anunciarán las consecuencias en la lógica política de esta década. Porque seguro que alguien, PSOE o Junts, tendrá que renunciar a sus pretensiones.
Pero sea cual sea la respuesta, como señala Pedro Sánchez: a Junts la gobernanza de España le importa poco o nada. Eso es lo que compró, presidente, y es lo mejor que obtendrá.
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